El cine, arte
del siglo XX por antonomasia, inauguró una serie de formas culturales que le
otorgaron visibilidad a ciertos sujetos sociales. Figuras frente y detrás de
las cámaras, el caso de la inserción de la mujer en el trabajo cinematográfico
es ilustrativo.
Durante el
siglo XX en Chile se produjeron una serie de procesos -culturales, económicos,
tecnológicos, políticos y de costumbres- que llevaron al país a una ambicionada
y discutida modernidad. Sin embargo, el paradigma moderno que vino a asentarse
no estuvo exento de contradicciones y tensiones entre los grupos tradicionales
de la sociedad y los grupos incipientes. El cine, arte del siglo XX por
antonomasia, inauguró una serie de formas culturales que le otorgaron una nueva
visibilidad a ciertos sujetos sociales.
El caso de la
inserción de la mujer en la cinematografía nacional es ilustrativo: si bien
parte importante de las revistas sobre cine durante la primera mitad del siglo
XX estaba hecha por mujeres y la producción cinematográfica dirigida a un
público femenino, su participación detrás de las cámaras fue bastante escasa.
La intervención de la mujer en el arte cinematográfico se centró casi por
completo en una labor delante de ellas. Varias actrices del período mudo, pero
también del sonoro, se transformaron en íconos de belleza y sensualidad. En
otras palabras, la representación de la mujer estaba mayoritariamente dirigida
por una visión masculina que mostraba a las mujeres en roles tradicionalmente
asociados a "lo femenino".
Sin embargo,
durante la primera mitad del siglo XX, tres mujeres chilenas destacaron en la
dirección de películas de ficción, todas en el período mudo. La primera de
ellas fue Gabriela Bussenius, quien en 1917, en los estudios Giambastiani
Films, escribió el argumento y dirigió La agonía de Arauco o el olvido de los
muertos, aunque, a pesar de su labor pionera, la ponderación de la
historiografía cinematográfica hacia su trabajo fue negativa. A ella se sumaron
Rosario Rodríguez de la Serna y Alicia Armstrong de Vicuña con Malditas sean
las mujeres (1925) y El lecho nupcial (1926), respectivamente.
Una vez que
se introduce la sonoridad en el cine, no aparece ninguna mujer dirigiendo
películas de ficción; tampoco luego, cuando se creó Chile Films bajo el alero
de CORFO. El trabajo de las mujeres detrás de las cámaras durante las primeras
décadas de su desarrollo permaneció relegado, más bien, a funciones tales como
las de argumentistas, guionistas o asistentes.
Durante la
década del cincuenta, en el período en que la producción cinematográfica
encontró una oportunidad de expansión en las empresas privadas, Nieves Yankovic
dirigió, en 1958, -junto a Jorge di Lauro, su esposo- el documental Andacollo.
A partir de entonces, Yankovic desarrollaría una larga carrera como
documentalista.
Desde fines
de la década del cincuenta, a pesar de los esfuerzos por profesionalizar y
enseñar el oficio del cine y del clima revolucionario de los años que
siguieron, el espacio para el desarrollo de un cine realizado por mujeres
continuó siendo marginal. No obstante, en los años sesenta y setenta un grupo
de realizadoras sobresalió en la filmación de documentales: entre ellas, Ximena
Leyton realizó Andanzas de un chileno: fruta (1967), documental en el que
presenta a la mujer como parte de un proceso de producción y como eje de la
comunidad a través de sus relatos. Destacaron, además, durante este periodo,
Filma Canales, Angelina Vásquez, María Luisa Mallet, Carmen Duque y Valeria
Sarmiento.
En el periodo
de la dictadura militar, algunas de estas creadoras partieron al extranjero,
engrosando la producción de los cineastas en el exilio. En la década de los
ochenta, con la proliferación de las técnicas de video, las documentalistas
formadas en las escuelas chilenas comenzaron a producir documentales que tenían
como denominador común un discurso de reivindicación de los grupos sociales
silenciados por la represión militar: entre ellos, las mujeres cercanas a los
movimientos sociales. Con todo, no sería sino hasta la última década del siglo
XX y la primera del XXI que el cine realizado por mujeres se desarrollaría
fuerte y sostenidamente dentro de la cinematografía nacional.
No hay comentarios:
Publicar un comentario