martes, 17 de octubre de 2023

Amanda Labarca Hubertson (1886-1975)

 




Primera mujer en ser profesora titular de la Universidad de Chile. Consagró gran parte de su obra al estudio de la educación en Chile, además de desarrollar diversas investigaciones sobre literatura castellana. Fue defensora del sufragio femenino y fundó el “Círculo de Lectura”, que se constituyó como una herramienta de formación intelectual y política para las mujeres de su época.

nació el 5 de diciembre de 1886 en una familia de la incipiente clase media chilena. Fue bautizada e inscrita en el registro civil como Amanda Pinto Sepúlveda y sus padres fueron Onofre Pinto Pérez de Arce, abogado y comerciante, y su madre Sabina Sepúlveda.

 Vivió su infancia en el Santiago de fines del siglo XIX y principios del XX que sufrió profundos cambios materiales debido al crecimiento económico del país. Sus primeros años de estudio los realizó en una escuela primaria de la calle San Isidro y luego en el Liceo Recoleta de Isabel Le Brun Reyes (1845-1930), conocido posteriormente como Liceo Isabel Le Brun de Pinochet. En ese lugar, gracias a la preocupación de Le Brun por la instrucción femenina, Labarca pudo desarrollar por primera vez sus inquietudes intelectuales y su interés por la educación. Siguiendo esas inquietudes, se graduó tempranamente de Bachiller en Humanidades a la edad de 15 años, luego de rendir sus exámenes en el Instituto Nacional, establecimiento encargado de entregar ese título a las mujeres que lo solicitaran y cumplieran con los requerimientos académicos.​

 Trabajó como profesora primaria en el Santiago College, donde además se desempeñó como secretaria asistente de la dirección. Durante esta época conoció al escritor Guillermo Labarca Hubertson (1879-1954), quien posteriormente fue su marido. Juntos ingresaron al Instituto Pedagógico, ella para estudiar Castellano y él Historia y Geografía. Producto de los rumores de un romance con Guillermo Labarca, su madre le exigió matrimonio bajo amenaza de desheredarla. Motivada por las profundas diferencias con su madre, luego de contraer matrimonio con el escritor adoptó sus apellidos y rompió definitivamente los lazos con su familia.

En diciembre de 1905 obtuvo el título de profesora de Estado en Castellano por la Universidad de Chile, con tan solo 18 años. Al año siguiente fue nombrada subdirectora de la escuela Normal Nº 3, con lo que siguió el camino abierto previamente por Eloíza Díaz Insunza (1866-1950), quien inició el ingreso de las mujeres a la educación superior. En 1907 publicó su primera obra titulada Impresiones de Juventud, un estudio de la "generación de 1898" que agrupó a escritores, ensayistas y poetas españoles. Dicha obra fue la primera de varias experiencias como estudiosa e investigadora de la literatura castellana, lo que le entregó reconocimiento entre sus pares intelectuales y académicos.

 Al viajar a Estados Unidos, estudió en la Universidad de Columbia y luego de mudarse a Francia, se integró como estudiante en La Sorbonne de Paris, lugares donde terminó su formación en las nuevas teorías pedagógicas y se acercó a las ​ideas feministas vigentes en esa época. Dichos viajes fortalecieron su convencimiento de que las mujeres podían y debían acceder a todos los niveles educativos, además de abrir espacios para su participación política.​

Uno de los resultados de estos viajes fue la publicación de su primera novela titulada En tierras extrañas (1914), en la que pudo expresar a través de la ficción sus ideas sobre las diferencias educacionales entre Chile y Estados Unidos, a la par con la publicación de Actividades femeninas en Estados Unidos (1914), texto de carácter político donde expresó sus apreciaciones e ideas sobre el feminismo norteamericano y la necesidad de que las mujeres chilenas se insertaran en la política nacional.

 A partir de estas experiencias en el extranjero y su análisis crítico sobre el sistema educacional chileno, abogó por la transformación de la docencia y la enseñanza en herramientas indispensables para el cambio social. Estas ideas las plasmó primero en su sección "La hora de los libros" de la revista Familia, donde escribió entre 1914 y 1916. En ese espacio editorial dejó en claro su punto de vista sobre la importancia de la educación para las mujeres y la lectura crítica de la literatura como un medio de interpretación de la realidad. Además, creó espacios de participación para mujeres como el "Círculo de Lectura". Participó también en el "Club de Señoras de Santiago", asociación que le permitió un acercamiento a mujeres de la elite y de la clase media con intereses intelectuales y políticos similares.

 Gracias a su formación pedagógica y su trabajo como educadora, el presidente Juan Luis Sanfuentes (1858-1930) la nombró en 1916 profesora de Castellano y directora del Liceo Nº 5. Desde su estadía en el extranjero dedicó su tiempo a la escritura y publicación de diversos estudios sobre educación. En 1918 publicó, por ejemplo, Las escuelas secundarias en los Estados Unidos (1919) y tomó la cátedra de Sicología Pedagógica en el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile.

 Respecto a su militancia e ideas políticas, desde muy joven fue parte del Partido Radical junto a su marido, y desde esa posición impulsó la organización de las mujeres y la defensa de sus derechos civiles a través de la Asamblea Radical de Mujeres, lo que la convirtió en una de las principales promotoras del voto femenino. Como feminista y activista política fue miembro del Consejo Nacional de Mujeres, organización que defendió como derechos propios de la mujer el sufragio, el divorcio, la exigencia de políticas de control de natalidad y la ampliación del trabajo femenino. En 1922 utilizó su posición como docente de la Universidad de Chile para presentar un proyecto de ley que modificara el Código Civil con la finalidad de otorgar mayores derechos a las mujeres. Entre 1922 y 1939 fue simpatizante del Partido Cívico Femenino y durante un período dirigió la revista Acción Femenina (1922-1939).

 Debió suspender sus actividades docentes durante los primeros años de la dictadura de Carlos Ibáñez del Campo (1877-1960), quien censuró y persiguió a los intelectuales y políticos de centro-izquierda. Posteriormente, en 1931, fue nombrada jefa de la Dirección General de Educación Secundaria del Ministerio de Educación por el presidente Juan Esteban Montero (1879-1948). Creó las famosas Escuelas de Temporada de la Universidad de Chile y en 1939 publicó Historia de la Enseñanza en Chile, un estudio acabado de la historia de la educación nacional desde el periodo de la colonia hasta la década de 1930, donde analizó las diferentes etapas de desarrollo de la misma y puso énfasis en los problemas de la educación elitista.

 En la década de 1940 fue nombrada representante del gobierno de Chile al mando de Pedro Aguirre Cerda (1879-1941) ante las Naciones Unidas y fue jefa de la Comisión de Estatus de la Mujer entre 1947 y 1949. En este periodo publicó Bases para una Política Educacional (1943), texto en el que promovió la función social de la educación, la que debía estar al servicio de la población y del país, a través del mejoramiento de la calidad de vida de los ciudadanos.

 En 1964 fue distinguida como Miembro Académico de la Facultad de Filosofía y Educación de la Universidad de Chile y en 1969 de la Academia de Ciencias Políticas, Sociales y Morales del Instituto de Chile. Sus últimos años los dedicó a la escritura de numerosos estudios relativos a la educación y la mujer, artículos de opinión en periódicos y revistas y continuó con sus famosas tertulias, ampliándose a importantes intelectuales de toda Latinoamérica.

 Falleció en Santiago el día 2 de enero de 1975.

http://www.bibliotecanacionaldigital.gob.cl/visor/BND:285218

http://www.bibliotecanacionaldigital.gob.cl/visor/BND:329121

http://www.bibliotecanacionaldigital.gob.cl/visor/BND:289279

Cronología

 1886      5 de diciembre. Nace en Santiago en el seno de una familia de clase media Amanda Pinto Sepúlveda, conocida posteriormente como Amanda Labarca.

 1902      Amanda Labarca estudia en el recién creado Instituto Pedagógico.

 1903      Amanda Labarca es designada ayudante de la Escuela Normal N° 3 de Santiago, junto con el cargo de secretaria de la Asociación de Educación Nacional, encargada de la Revista de Educación.

 1905      Termina sus estudios de pedagogía en la Universidad de Chile, titulándose como profesora de Estado.

 1906      Se casa con el profesor Guillermo Labarca Hubertson, adoptando sus dos apellidos.

 1907      Amanda Labarca presenta sus conferencias "La novela castellana hoy" y "La poesía castellana hoy" en la Universidad de Chile.

 1909      Amanda Labarca publicó Impresiones de juventud, una recopilación de ensayos sobre la literatura española y su influencia en Chile y Latinoamérica. Incluye en esa edición su conferencia "La novela castellana hoy".

 1912      Viaja a Francia junto a su marido y continúa sus estudios en la Universidad de La Sorbonne en Paris.

 1914      Amanda Labarca se integra como columnista en la revista Familia con su sección "La hora de los libros".

 1915      13 de julio. Amanda Labarca, en colaboración con el Club de Señoras de Santiago, crea el Círculo de Lectura. Su fundación y actividades fueron publicitadas en la revista Familia entre 1915 y 1916.

 1916      Amanda Labarca es nombrada profesora de castellano y directora del Liceo N° 5, de Santiago.

 1918      Viaja a Estados Unidos como enviada especial del gobierno para estudiar el sistema educativo de ese país.

 1922      Obtiene una plaza de profesora extraordinaria en la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile.

 1923      Amanda Labarca es ascendida al grado de profesora ordinaria de filosofía en la Universidad de Chile.

 1932      Participa activamente en la creación del Liceo Pedagógico Experimental Manuel de Salas.

 1952      Se jubila como profesora de la Universidad de Chile.

 1961      Crea la Liga Cívica Femenina.

 1967      Participa en la creación de la Confederación de Organizaciones Femenina.

 1969      Es designada miembro de la Academia de Ciencias Políticas, Sociales y Morales del Instituto de Chile.

 1975      2 de abril. Fallece en Santiago a los 88 años.

Con ocasión de cumplirse 100 años del Consejo Nacional de la Mujer, que aspiraba a cambiar la desigualdad de género que existía en el país y cuya presidenta fue Amanda Labarca, publicamos el perfil de quien fue no solo una famosa activista feminista, sino una pionera en educación. Esta crónica, dada a conocer por la Revista de Educación hace algunos años atrás, pone de relieve justamente esa faceta.

“Yo quería ser médico, pese a que lo que más me gustaba era la historia. Alcancé a llegar hasta la puerta del antiguo edificio de la Escuela de Medicina. Me encontré tan chica, joven, niña aún, que pedí a mi padre que me matriculara en el Instituto Pedagógico (de la Universidad de Chile) hasta cumplir los 16 años”.

 Con estas palabras, publicadas en “El Mercurio” en febrero de 1969, Amanda Pinto Sepúlveda, más tarde conocida como Amanda Labarca Huberstone, recuerda sus inicios en la pedagogía. Una época en la cual recién aparecían las primeras mujeres profesionales, a pesar de que ya habían pasado más de 25 años desde que se dictó el Decreto Amunátegui, que señalaba que “que las mujeres deben ser admitidas a rendir exámenes para obtener títulos profesionales con tal que ellas se sometan a las mismas disposiciones a que están sujetos los hombres”.

 En el Instituto Pedagógico –ubicado en la esquina de calle Cumming con Alameda- se relacionó muy bien con la gente. En Castellano, eran seis alumnos, de los cuales sólo tres eran mujeres. En los otros cursos, el número de alumnas era más bajo, nunca más de dos.

“De las compañeras de época, recuerdo a Isaura Dinator de Guzmán, luego directora del Liceo de Aplicación de Niñas, y a Hayra Guerrero de Sommerville, directora del Liceo 3 de Niñas, ambas de cursos superiores. Del mío, recuerdo a Rosa Araneda, que fue directora de liceos del sur (…) Entre los profesores, los que más me impresionaron, están Rodolfo Lenz, de lingüística y Enrique Nercasseaux y Morán, hispanófilo eminente en literatura”, declaró a “El Mercurio”.

 Pero su primer año de estudios fue complicado. Tal como señaló en esa misma publicación, le molestaba demasiado tener que ir acompañada por una “carabina” o dama de compañía. Por esa razón, al año siguiente protagonizó una rebelión familiar y anunció que no aceptaría se la enviase acompañada a la universidad. Logró su objetivo

 Inicio de su carrera docente

A pesar de no haber sido una alumna brillante en el colegio –estudió en un establecimiento de la calle San Isidro; luego en el Colegio Americano y finalmente en el Liceo de Isabel Le Brun de Pinochet-, la pedagogía era lo suyo. Desde muy niña devoraba cuánto libro cayera en sus manos, afición que sin duda influyó a la hora de elegir una profesión: Pedagogía en Castellano.

Cuando cursaba el tercer y último año de esa carrera, comenzó a trabajar en el Santiago College, donde –según “El Mercurio”- se la conoció como “Miss Pintito”, ya que Pinto era su verdadero apellido, y Labarca el de su esposo, con quien se casó en esta misma época. El posterior cambio de apellido, relató ella misma a ese diario, estuvo influenciado por las norteamericanas que conoció en el Santiago College quienes no conservaban su apellido de soltera.

  En diciembre de 1905 obtuvo su título y a partir de ese momento, su carrera avanzó meteóricamente. Entre 1906 y 1909 se desempeñó como subdirectora de la Escuela Normal No. 3 de Niñas en Santiago. Y en 1909, hizo clases de Castellano en el Liceo Nº 2 de Niñas de Santiago, año en el que participó, junto a otros educadores, en la fundación de la Sociedad Nacional de Profesores.

  En 1910, viajó con su marido a Estados Unidos y estudió en Nueva York, en el Teachers College de la Universidad de Columbia, donde entre sus profesores se encontraba John Dewey, quien ejerció gran influencia sobre su posterior práctica político-educativa. En 1912 viajó a Francia y allí también continuó especializándose, ahora en París, en la Universidad de La Sorbonne.

 “Son estos viajes los que la enfrentan a la discusión internacional en torno a la problemática de la mujer, en un momento histórico de gran efervescencia en relación al tema”.

  Diamela Eltit, “Crónica del Sufragio Femenino en Chile”, SERNAM (Servicio Nacional de la Mujer), 1994.

 “Círculo de Lectura”

  Una vez de regreso en Chile, en 1915, Amanda Labarca creó esta instancia de encuentro, que marcó un cambio radical en los movimientos femeninos. Hasta entonces, las mujeres se agrupaban en torno a labores de beneficencia en organizaciones como la Cruz Roja o la Fundación Gotas de Leche, que ayudaba a los más necesitados.

  En cambio, el “Círculo de Lectura” nació según las normas de los “Readings Clubs” existentes en Estados Unidos y, según la autora del libro mencionado anteriormente, “promovía el perfeccionamiento cultural de la mujer, mediante charlas y conferencias para así ubicarla en el panorama de las problemáticas contemporáneas. A estas reuniones llegaban mujeres pertenecientes a sectores medios y acomodados de la capital”.

 La escritora Diamela Eltit cuenta que en el interior del “Círculo de Lectura” surgieron diferencias entre sus miembros:

  “Es así como en 1916, una fracción crea el “Club Social de Señoras”, bajo el liderazgo de Delia Matte de Izquierdo, que convoca a mujeres de clase alta, preocupadas por las limitaciones culturales y sociales que les impone su rol. Entre las participantes destacadas está la escritora Inés Echeverría Larraín, conocida bajo el seudónimo de Iris, quien señala así las motivaciones que mueven al Club de Señoras: “Con nuestra mayor sorpresa han aparecido unas mujeres perfectamente educadas, con títulos profesionales, mientras nosotras apenas sabemos los misterios del Rosario”. “Entonces, sentimos el terror de que si la ignorancia en nuestra clase se mantenía dos generaciones más, nuestros nietos caerían en el pueblo y viceversa…” y añade “Se está realizando una rápida evolución dentro de mi propia generación, y a nosotras nos cabe la honra de ser las primeras mujeres que abrimos la vieja jaula colonial”

  Diamela Eltit, “Crónica del Sufragio Femenino en Chile”, SERNAM (Servicio Nacional de la Mujer), 1994.

 En este libro, explica que “tanto el Círculo de Lectura como el Club Social de Señoras incorporarían temas inéditos hasta entonces en las organizaciones femeninas, como la preocupación por las condiciones específicas en las que se desenvolvía la mujer y la desigualdad ante la ley imperante”. Incluso el Círculo llegó a tener un periódico llamado “Acción Femenina”, que tuvo una destacada participación en la lucha por la obtención del sufragio universal.

 Así en 1916 comenzaba a gestarse un nuevo escenario para la mujer. Y en ese mismo año, Amanda Labarca era nombrada directora del Liceo de Niñas N°5 “Rosario Orrego” de Santiago, designación que rechazó el Partido Conservador por considerar que tenía un carácter liberal e independiente. Pese a ello, fue ratificada por el Presidente Juan Luis Sanfuentes.

  Tres años después fundó el Consejo Nacional de Mujeres, cuya preocupación central era la obtención de una mayor justicia social para ellas. Como su presidenta, Labarca solicitó formalmente los derechos civiles y políticos. Cumplió, en parte, su objetivo con la promulgación del decreto ley del 12 de marzo de 1925 que levantó las incapacidades legales de las mujeres, pues hasta ese momento la condición de las chilenas era equivalente a la de un menor de edad.

 Primera académica universitaria

 Cuando Amanda tenía 36 años, consiguió lo que ninguna mujer en Chile ni en Latinoamérica había logrado: hacer clases en una universidad. En 1922, fue nombrada profesora extraordinaria de Sicología de la Facultad de Filosofía, Humanidades y Educación de la Universidad de Chile.

  La importancia del cargo fue celebrada en un homenaje que le brindaron académicos, mujeres y estudiantes, acto al que asistió el Presidente de la República, Arturo Alessandri Palma, y el entonces presidente de la Sociedad Nacional de Profesores, Pedro Aguirre Cerda.

  Al año siguiente, fue ascendida al cargo de profesora ordinaria de la Facultad de Filosofía y Humanidades y, por lo tanto, pasó a ser miembro activo de la comunidad educativa. Ideó las Escuelas de Temporada de la Universidad de Chile, las que hasta hoy permanecen vigentes, y formó parte del Consejo de esa casa de estudios.

  Más tarde, en mayo de 1931, fue nombrada delegada del Presidente de la República en el Consejo, cargo que ejerció durante 20 años. Ese mismo año asumió como Directora General de Educación Secundaria. Su labor fue próspera: impulsó la fundación, el 28 de marzo de 1932, del Liceo Experimental Manuel de Salas, el cual estuvo presidido por un Consejo integrado por ella misma, Irma Salas, Guillermo Mann, Darío Salas y Arturo Piga. Este Liceo -el primero en admitir de manera mixta a varones y mujeres a la enseñanza secundaria en Chile- pasó a depender de la Universidad de Chile en 1942.

 Defensora del sufragio femenino

  La vida de Amanda Labarca transcurrió entre la actividad docente y la causa por la emancipación de la mujer chilena. Diamela Eltit en “Crónica del Sufragio Femenino en Chile” señala en forma muy asertiva que ella fue “representante de lo que hoy se podría denominar feminismo igualitario”, es decir, paridad social entre hombres y mujeres.

 Militante del Partido Radical, fue vicepresidenta de la Asociación de las Mujeres Universitarias, en 1932, y al año siguiente se convirtió en una de las fundadoras del Comité Nacional pro Derechos de la Mujer, creado junto a Elena Caffarena y otras mujeres.

  Desde instancias como éstas promovía la lucha por la obtención del voto femenino, cuyo primer logro fue el derecho a voto en las elecciones municipales, otorgado en 1934.

 En 1944 fue electa Presidenta de la Federación Chilena de Instituciones Femeninas (FECHIF), organización que aglutinaba a todos los movimientos y agrupaciones femeninas del país, con miras a la obtención del voto amplio para las chilenas.

  En esa época comenzó a gestarse su libro “Feminismo Contemporáneo”, publicado en 1947 por la Editorial Zig Zag, en el cual señaló:

 ”Mientras menos personas acudan a los comicios, porque son analfabetos, indiferentes o ausentistas, o, porque a la mitad de la población –constituida por los elementos femeninos- se le prohíbe votar, más febles serán las bases del gobierno y más próximo estará a convertirse en dictadura de unos pocos. Los intereses de un grupo reducido acallarán los anhelos generales (…) EI hábito no hace al monje. No basta rotularse de república democrática. Precisa que lo sea de verdad, aumentando y mejorando continuamente sus bases, ampliando el sufragio a un número siempre creciente de ciudadanos y educándolos a todos –hombres y mujeres- en sus responsabilidades ante la vida nacional.

  Si con la participación femenina, la mayoría tendiese hacia la derecha, lo deploraríamos todos cuantos somos izquierdistas; más, acatando los principios y fundamentos democráticos, trabajaríamos por superarla por medio de una acción inteligente, de una persuasión traducida en hechos que aliviasen el sufrimiento popular y que proveyesen al bienestar de todos para atraernos de nuevo el favor perdido. En esa lucha correcta y legal entre las mayorías y minorías radica la posibilidad de progreso de una democracia”.

  La conquista del sufragio femenino tuvo lugar en 1949, año en el que se les concedió el derecho a voto para las elecciones presidenciales y parlamentarias. Participaron por primera vez en una elección presidencial en 1952, oportunidad en la que fue electo Carlos Ibáñez de Campo.

  Embajadora en Naciones Unidas

  Amanda Labarca también tuvo una destacada presencia a nivel internacional. En 1925 asumió la tarea de ser la representante chilena ante el Consejo Interamericano de Mujeres. En 1946, durante el gobierno de Gabriel González Videla, Chile la acreditó como delegada plenipotenciaria a la Primera Asamblea de las Naciones Unidas, y en 1948 y 1949 fue jefa de la Comisión Estatus de la Mujer, en el mismo organismo internacional.

  Durante todo este tiempo, estuvo ligada estrechamente a la Universidad de Chile hasta que jubiló, en diciembre de 1955. Ocho años después sería designada Profesora Emérita de la Facultad de Filosofía y Educación, un importante grado académico sólo concedido a muy destacados profesionales. En todo caso, continuó con sus actividades políticas: en 1961 creó la Liga Cívica Femenina y, en 1967, la Confederación de Organizaciones Femeninas, que presidió hasta 1970.

  En 1969 fue designada miembro de la Academia de Ciencias Políticas, Sociales y Morales del Instituto de Chile, y en 1971 fue designada directora honoraria de la Comisión Nacional Chilena de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Cultura y la Ciencia (UNESCO).

  La Universidad de Chile en 1976 –un año después de su muerte- fundó en su memoria el Premio “Amanda Labarca”, destinado a reconocer los méritos de una mujer universitaria una vez por año.

 Su antiguo jefe, el ex rector de la Universidad de Chile, Juvenal Hernández, la describió en 1975 como sigue: “Es una de las mujeres de más talento que ha producido este país… fue historiadora de la educación, gran maestra, profesora de Filosofía y de Psicología, escribía en la prensa permanentemente, intervenía en el Partido Radical, recibía en su casa. No había profesor eminente que llegara a Chile que no estuviera en la tertulia de Amanda Labarca… Es una mujer extraordinaria. Yo espero que la historia de esta mujer tendrá que hacerle justicia en la forma que merece”.

 (www.memoriachilena.cl/ Jaime Caiceo Escudero, “AMANDA LABARCA: SU PREOCUPACIÓN POR LA LITERATURA, LA EDUCACIÓN Y LA MUJER”, Revista HISTEDBR On-line, Campinas, nº 64, p. 4-20, set2015 – ISSN: 1676-2584)

  Amanda Labarca y su pensamiento educativo

  A partir de su obra –escribió numerosos textos sobre pedagogía (Nuevas Orientaciones de la Enseñanza, Evolución de la Segunda Enseñanza, Historia de la Enseñanza en Chile, Bases para una Política Educacional, Nuevo Silabario Americano, entre otros)- se puede concluir que su preocupación permanente fue la educación de su país.

  “Su interés está en hacer que la educación en Chile sea más democrática, es decir, se universalice, especialmente la educación secundaria; que haya experimentación educativa en el país para mejorar las metodologías de enseñanza; que los estudiantes reciban una sólida formación moral libertaria y laica. Para comprender mejor lo anterior recurre a la historia de la educación -tanto en Chile como en Estados Unidos- y aspira a que gracias a la educación la sociedad se fortifique en los ideales democráticos, sea más colaboracionista y que sus miembros, al estar más educados, sean agentes de progreso en fraternidad social, cooperativa y solidaria y alcancen un desarrollo físico y moral íntegro. Postula que el fin de la educación es la consecución de la felicidad colectiva. Como se puede desprender de lo anterior, la pedagogía de la Escuela Nueva, especialmente de Dewey, está claramente presente, como, al mismo tiempo, sus principios masónicos.

 Considerada como una de las mujeres más sobresalientes del siglo XX. Mujer de ideales progresistas, democráticos y laicos, por ende, de tendencias radicales, aspiró y ayudó al progreso de una educación para todos, así como por una sociedad igualitaria”.

  (Jaime Caiceo Escudero, “AMANDA LABARCA, IRMA SALAS Y MABEL CONDEMARÍN, TRES EDUCADORAS LAICAS Y FEMINISTAS DEL SIGLO XX EN CHILE”, Rev. Teoria e Prática da Educação, v. 13, n. 1, p. 105-116, jan./abr. 2010)

 https://www.revistadeeducacion.cl/amanda-labarca-educadora-feminista-y-embajadora-chilena-2/

No hay comentarios:

Publicar un comentario