El registro de su
participación en la historia colonial y republicana ha sido una materia de
preocupación reciente. La participación de las mujeres en ámbitos sociales,
culturales, económicos y políticos ha estado ausente de buena parte de los
grandes relatos de la historia del país. Hasta hace dos décadas atrás, el
escaso registro de su actividad era más bien de carácter irregular y anecdótico
concentrándose, por ejemplo, en biografías de mujeres destacadas, el llamado
"registro compensatorio"; en apologías de ciertos estereotipos
femeninos, tales como la descripción de la "mujer araucana", la
"mujer campesina", "la mujer aristocrática"; o en la
elaboración de relatos que presentaban la historia de las mujeres sólo como un
proceso complementario, y no constitutivo, de la historia nacional.
La vida cotidiana de las
mujeres estuvo marcada por el sector social en el que nacían. Las mujeres que
llegaron a Chile durante la conquista provenían de España, Perú, México y
Portugal; y se sumaron a la empresa de la conquista defendiendo las ciudades
atacadas por los indígenas, ayudando en el traslado de ancianos, niños y
mujeres o acompañando a los conquistadores en el día a día. Estas tareas
impidieron que las mujeres recién llegadas se dedicaran a las tareas
domésticas, para lo que utilizaron, en un comienzo, a indígenas y esclavas. Con
el paso de los años contrataron a mestizas, dando inicio así al servicio
doméstico.
En cuanto a la vida privada de
las mujeres, quienes recibían educación fueron primordialmente las mujeres de
élite, a quienes se les enseñó temáticas relacionadas al manejo del hogar y
educación religiosa. Algunas más privilegiadas tuvieron acceso a educación en
el hogar o a cargo de monjas. En esta época era raro que las mujeres se
educaran e incluso, que aprendieran a leer o a escribir.
En 1930 el panorama en Chile,
con respecto a la mujer, era de apertura y cambios: trabajan por
reivindicaciones civiles y políticas, fundando organizaciones para extender las
oportunidades culturales, económicas, cívicas y sociales; esta instancia más
las consecuencias económicas de la crisis de 1930, que elevó el costo de la
vida urbana de los chilenos, generaron que el vestuario comenzara un proceso de
democratización, en el cual las telas se hicieron más accesibles y la
producción en serie se extendió tanto entre las elites como en las clases
medias.
En 1940, el segundo Congreso
del Movimiento Pro-Emancipación de las Mujeres de Chile reunió, a dirigentas de
la capital con las de provincias. Fortaleció los vínculos políticos y sociales
y contribuyó a la mayor visibilidad pública de sus demandas. Los temas tratados
en este encuentro y cubiertos por La Mujer Nueva - el voto político, protección
a la mujer trabajadora, la paz y la democracia y la relación con otras
instituciones femeninas - reflejaron la madurez que había alcanzado la
organización.
En 1950, Movimiento de mujeres
en Chile
Según una investigación se
muestra la participación política de las mujeres en Chile, en particular las
organizaciones de mujeres en la década de 1950 que luchan por mejorar las
condiciones de vida de las trabajadoras y las mujeres más precarizadas. Hay 10
años de lucha comprendidos entre 1950 al 1960, donde las mujeres trabajadoras
hicieron suyos los principios del feminismo, disputando el poder político de
organizaciones importantes como la Central Única Trabajadores (CUT), con el fin
de hacer de las luchas de las mujeres una demanda central para el movimiento
obrero, también formaron confederaciones de obreras como la Unión de Mujeres de
Chile, y la lucha por promulgación de leyes que buscaron mejorar sus
condiciones de vida, como lo fueron la ley de jardines infantiles y rebaja de
la edad de jubilación.
Años 60 y 70, Movimiento de
mujeres en Chile
A partir del año 1954, las
mujeres de los sectores populares comenzaron a agruparse en centros de madres
con la creación de una institución especializada llamada “El Ropero del
Pueblo”, pero los centros de madres no terminaron de consolidarse hasta llegar
al año 1962, con la creación de Central Relacionadora de los Centros de Madres (CEMA)
la cual fue dirigida en 1964 por la Primera Dama de la nación, María Ruiz-Tagle
(Valdés y Weinstein,1993).
También surgió la conformación
de las Juntas de Vecinos y Organizaciones Comunitarias (1968), que incluía los
Centros de Madres en la ley N° 16. 880 durante el gobierno de Eduardo Frei
Montalva (Valdés y Weinstein,1989). Sin embargo, la Coordinadora de Centros de
Madres (COCEMA) decretada por el gobierno de la Unidad Popular, comenzó a
otorgar una relación de las mujeres populares con la sociedad actual, con el
fin de establecer lazos comunitarios de las mujeres pertenecientes a aldeas,
barrios y poblaciones (Consejería Nacional de Promoción Popular, S/A).
la sociedad chilena
experimentó una creciente democratización mediante las reformas agraria y
universitaria, las leyes de promoción popular y la organización de trabajadores
urbanos, campesinos, estudiantes y pobladores. Durante esos años el Estado
expropió casi el 50% de la tierra cultivable, creando asentamientos y Centros
de Reforma Agraria (CERA), aboliendo el inquilinaje y triplicando el ingreso
rural (Tinsman, 1995).
Recordamos que a inicios de
los años sesenta la economía latifundista y las reformas agrarias de los
gobiernos de la Democracia Cristiana y de la Unidad Popular predominaban (Tinsman,
1995). Es en este contexto, que la escolarización de las mujeres chilenas
comienza a ascender expresándose en la cobertura educativa global en un 95%
para 1973 (Rojas, 1994), esto debido a la implementación de las reformas
educacionales de Frei con la enseñanza agrícola para mujeres, la ampliación de
la educación básica de 6 a 8 años y la disminución de la secundaria de 6 a 4
años.
Producto de la política
impulsada por el gobierno de Frei hacia la educación y centros de madres, las
mujeres comienzan a tener más oportunidades con la aprobación de Ley de
Jardines Infantiles, la ampliación del Fuero Maternal y el permiso Pre y
Posnatal (Rojas, 1994). Durante el período de los años sesenta y setenta, el
movimiento de mujeres a nivel internacional toma protagonismo con la lucha por
los derechos reproductivos y sexuales por la demanda de la distribución de la
píldora anticonceptiva en Europa y Estados Unidos (Fraser, 2015), pero esta
demanda no tuvo mayor impacto dentro de las demandas de liberación femenina en
Chile en aquella época, donde los sectores que se reivindicaban feministas
correspondientes a sectores medios y profesionales rehuían del movimiento
internacional (Rojas, 1994).
Los CEMA fueron un pilar
fundamental para la organización de las mujeres en los barrios populares a
nivel nacional, donde hasta fines de 1973 alcanzaron una cantidad de 20.000
centros a nivel nacional, lo que podría expresar un millón de mujeres
organizadas en ellos bajo capacitaciones en costura, tejidos, cocina y artesanía
(Rojas, 1994).
Desde la década de 1980, una
nueva generación intelectual, compuesta principalmente por mujeres
comprometidas con la ampliación de la historia social, ha estado desarrollando
una especialidad conocida como historia de la mujer. La aparición de tesis de
grado, artículos y libros, buena parte de ellos auspiciados por organizaciones
feministas, interrogan el pasado de las mujeres y han dado a luz nuevos
conocimientos, más allá de la historia de la familia, sobre una amplia y
variada gama de temáticas como la historia de las organizaciones políticas, la
historia de la educación y el trabajo, la sexualidad, la legislación y la
demografía en los más diversos periodos de la historia del país. Desde mediados
de la década de 1990, el avance de dicha especialidad ha revelado que es más
preciso hablar de historia de las mujeres, pues los estudios que privilegian la
investigación sobre el pasado femenino dan cuenta que ellas participan en
amplias esferas de la vida social y son protagonistas de fenómenos históricos
de larga duración como la constitución del mercado laboral, la familia urbana,
la cultura material o la construcción del Estado moderno.
Entre la producción sobre
historia de mujeres en Chile, los intereses se han concentrado en diversas
áreas de estudio: mujeres en espacios "públicos", mujeres y política,
mujeres y trabajo, y mujeres, cultura y vida privada.
En la década del ’90
En los años ’90 y comienzos
del 2000, en el desarrollo de la transición a la democracia, el periodista, Salvadar
Young, “por medio de estas historias personales se manifiesta la identidad
chilena, y latinoamericana”, desde el conocido “ni ahí”, donde aún no hay un carácter tan politizado en la
juventud”.
“Hay mucho estereotipo y
situaciones cursis, feroces trágicas y cómicas” dice Young. Y agrega que la
identidad de América Latina, en general, siempre une todos esos factores, por
lo que es muy difícil de eliminar”.
En la actualidad la mujer ha
sobresalido en los diferentes ámbitos, pero aún existe el machismo.
Para mi es importante ir
avanzando y nunca dejar de aprender, porque la mejor herramienta es el
conocimiento,
http://bibliotecadigital.academia.cl/xmlui/handle/123456789/5585
https://vistelacalle.com/la-mujer-chilena-en-los-anos-30
https://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-3451.html
Patricia Marangunic M.
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